27 may 2017

La bomba del atentado de Mánchester y el 11-M


La bomba del atentado de Mánchester y el 11-M/Carlos Sánchez de Roda, es ingeniero y autor del libro ‘Los trenes del 11-M’ (Última línea, 2015), donde expone cómo la precipitación en el desguace de los vagones provocó grandes lagunas e incluso errores judiciales que podrían haberse evitado.

El Español, Sábado, 27/May/2017
El reciente y terrible atentado terrorista de Mánchester nos da nuevos argumentos para dudar de la versión judicial y oficialmente policial del 11-M.
EL ESPAÑOL describe los datos conocidos sobre la naturaleza del artefacto que ha explotado en Mánchester. Y hay dos aspectos muy relevantes en esa descripción del artefacto. En primer lugar, se dice:

“En el Arena se han encontrado tuercas y tornillos metálicos que habrían ayudado a ampliar los efectos de la explosión y además se ha hallado metralla que penetró en las puertas de metal y que dejaron daños profundos en las paredes.
Las investigaciones revelan que se trató de una carga potente, que explotó a alta velocidad y cuya metralla fue colocada de forma cuidadosa y uniforme, según relata el periódico estadounidense”.

Es decir, de nuevo, y tal y como ocurrió en los atentados de San Petersburgo y Dortmund, ha vuelto a recogerse metralla en el lugar del atentado, lo que ha permitido determinar su presencia como componente de la bomba utilizada. Para no extenderme de forma innecesaria, no voy a repetir ahora lo que ya escribí en relación con esos dos atentados en relación con la metralla.
Baste con recordar que en el 11-M no se recogió prácticamente metralla alguna en el lugar del atentado; que en las actas de las inspecciones oculares realizadas por la Policía Científica, el mismo día 11 de marzo, no hay ninguna referencia a la existencia de metralla en los trenes; que cuando el juez pidió comparar la metralla encontrada por la Guardia Civil en Mina Conchita con las de los trenes, tan sólo se utilizó un clavo recogido en Téllez, al parecer no había más metralla que comparar, y quizás lo más importante, que la doctora Baladía, que dirigió las autopsias de las víctimas, declaró judicialmente y bajo juramento que en los cuerpos de las víctimas no había ni clavos ni tornillos. Y con tales antecedentes, la verdad judicial afirma que las bombas eran iguales a la de la mochila encontrada en la comisaría de Vallecas, mochila que nadie vio en los trenes y que, al parecer, contenía 640 gramos de clavos y tornillos. Esta misma tesis se puede leer en otros artículos publicados en EL ESPAÑOL.
Así pues, los datos hasta ahora conocidos del artefacto de Mánchester, me reafirman en lo ya escrito en relación con otros atentados: cuando las bombas van cargadas de metralla ésta es inmediatamente detectada. Si en el 11-M no se encontró metralla es porque sus bombas no la contenían, por lo que no se pueden asimilar a la mochila aparecida en la comisaría de Vallecas.
Pero en el caso de Mánchester hay otro elemento muy importante que hay que tener en cuenta. Según dice la noticia de EL ESPAÑOL:
“Las autoridades además han encontrado una batería de plomo de 2,1 amperios, una de las más poderosas que se suelen utilizar en este tipo de explosivo caseros. Estas baterías son usadas habitualmente en iluminaciones de emergencias y pueden adquirirse por menos de 18 euros.
El dispositivo que llevaba el terrorista en la mano izquierda no es un elemento habitual en los suicidas. Los expertos creen que puede ser un interruptor o un temporizador y hasta un receptor que podría haber sido activado de forma remota a través de la señal de radio”.
Se han encontrado, por lo tanto, algunos de los componentes del artefacto, e incluso se incluye alguna fotografía. Y eso ocurre con una sola explosión. Con los restos recogidos, los investigadores ya pueden determinar las principales características de la bomba, y eso ocurre en las primeras pesquisas realizadas tras el atentado.
Es muy ilustrativo comparar esos hechos de Mánchester con lo ocurrido en la identificación de las bombas del 11-M, cuando tras explotar nada menos que diez bombas no quedó judicialmente identificado ni un solo componente de ninguna de ellas, y eso que todo ocurrió en recintos reducidos y cerrados. Es más, es que ni siquiera tras las dos explosiones controladas por los Tedax para desactivar sendos artefactos encontrados sin explotar consta que se encontrase componente alguno de ellos. ¿No es asombroso? El propio comisario jefe de los Tedax que recogieron las muestras de los trenes dice en el libro que escribió sobre el 11-M (1): “En las búsquedas, no se encontró nada perteneciente a los artefactos”.

Fragmentos de la nota informativa que, sobre la desactivación de la mochila de Vallecas, firmó en solitario el comisario Sánchez Manzano.
Sin embargo, lo que sí resulta al menos sorprendente es que entre las muestras recogidas el 11-M y que llegaron hasta la pericial de explosivos ordenada por el tribunal juzgador, se encuentren las siguientes, pertenecientes todas ellas al tren que sufrió dos explosiones en la estación de El Pozo:
M-6-12-A.- Trozos de bolsa de tejido azul con cremallera contenidos en una bolsa etiquetada COCHE 241 /Tren de El Pozo.
M-6-12-F.- Hebilla y fragmentos de plástico contenidos en una bolsa con la inscripción “EL POZO”, Tomados de la Estación de El Pozo.
M-6-12-B.- Restos de cilindro metálico y circuito electrónico contenidos en una bolsa etiquetada Tren de El Pozo estacionado en la estación de Vallecas / 12-03- 04,
M-6-12-C.- Pila de petaca contenida en una bolsa etiquetada “Tren de El Pozo / Vagón se encuentra en El Pozo / 12-03-04”, Fue tomada de la Estación de El Pozo.
M-6-12-D.- Escamas de color azul, bobina eléctrica y piezas metálicas. Fueron tomadas de la Estación de El Pozo
M-6-12-E.- Fragmentos de lo que parece un teléfono móvil contenidos en una bolsa etiquetada COCHE 241 / Tren de El Pozo”, Tomados de la Estación de El Pozo.
M-6-12-G.- Un cargador y una batería de 3,6 V contenidos en una bolsa con la inscripción COCHE 241 / TREN de El Pozo.
Es fácil suponer que esas muestras tan especiales fueron recogidas con vistas a identificar el tipo de artefacto utilizado, pues podrían ser componentes del mismo. Pues bien, no hay referencia ni constancia judicial de que se haya investigado esa posible relación; si se ha hecho, no ha tenido efecto alguno en la causa.
El 16 de marzo de 2004, Sánchez Manzano entregó a la Brigada Provincial de Información unos restos de teléfono móvil recogidos en el coche 6 del tren que sufrió tres explosiones en la estación de Atocha(2). Dos días después, esos restos fueron entregados al juez Del Olmo, quien afirmó en providencia emitida al efecto que habían sido analizados por la Unidad Central de Desactivación de Explosivos y N.B.Q(3), yquedaron en pieza separada de efectos. Así que estos restos tuvieron un trato especial. No fueron tratados como los similares recogidos en El Pozo, no fueron incorporados al resto de las muestras analizadas en el laboratorio químico, no se analizaron en la pericial de explosivos. No hay noticias del análisis al parecer realizado con ellos en la Unidad Central Tedax.
Pero es que hay más aspectos sorprendentes en este asunto. Recordemos la providencia del juez instructor de 27 de abril de 2004 (4). En ella, mes y medio después del atentado, el juez instructor se decidió a pedir información sobre los restos recogidos y posiblemente relacionados con las bombas, y ordenó el estudio y análisis comparativo de sustancias, efectos, cables, detonadores recogidos en la casa de Chinchón, en la furgoneta Kangoo y en la mochila de Vallecas, y se olvidó precisamente de los elementos más relacionados con las bombas, los recogidos en los trenes, como son las antes mencionadas muestras. Así que no se conoce prueba pericial alguna que estudiase la posible pertenencia a las bombas o a sus contenedores de esos restos de tejidos, circuitos eléctricos, pilas, teléfonos…
Pero claro, entretanto había aparecido en la comisaría de Vallecas una mochila cuyo contenido detalló el comisario Sánchez Manzano en una nota informativa sobre su desactivación, nota que no firman los artificieros intervinientes en la desactivación, sino el propio comisario, personalmente y en solitario. Esa mochila fue rápidamente equiparada a todas las explotadas en los trenes. No había que investigar más.
¿Para qué buscar componentes de las bombas si ya se tenía el modelo exacto de todas ellas detallado por el comisario Sánchez Manzano en persona?

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